Era uno más, uno más como tantos. Trabajaba, tenía su vida, bailaba tango, alimentaba su ego. No podía entender cómo algunos podían entrar a una iglesia evangélica, Se autodefinía como católico, igual que tantos otros. Un día es llevado preso y pensando que en cuestión de días recuperaría su libertad, su tiempo en prisión se extendió más de lo imaginado. Allí, tras las rejas, enfrentándose al peligro de la vida carcelaria y a él mismo, tiene un encuentro personal con Jesucristo.

Una historia verídica, un testimonio de lo que puede hacer el poderoso amor de Dios en un hombre que estaba perdido en el mundo.