La autora utiliza la narrativa como un pretexto para pensar y para sugerir reflexiones sobre las relaciones humanas y, muy especialmente, el modo en que se naturalizan situaciones jerárquicas. La asimetría en los vínculos interpersonales y el modo en que los personajes lo viven es lo que orienta el desarrollo de las distintas historias que componen la obra.

En estos cuentos de Mónica Pedraza encontramos un hilo conductor que pasa por la humillación, la violencia y la venganza en sus diversas facetas. Una niña que se atreve a decir lo que todos esperan que calle, un trabajador maltratado que encuentra su hora de libertad, las personas que se quedan del lado de afuera de un restaurante, son ejemplos del camino que siguen sus personajes. Sobrevuela la obra entera la sombra del abuso infantil, a veces como parte del relato, a veces como su metáfora. Señala Freud que lo siniestro no es aquello que nos es ajeno, sino que está en las amenazas que se esconden entre los pliegues de la realidad cotidiana, ésa en la cual confiamos. 

La enorme economía de recursos literarios la lleva a resolver en otro cuento con una reducida cantidad de líneas la compleja relación cruzada de los niños de un grupo escolar y sus padres, cuyas facetas se encuentran definidas con una precisión minimalista.

El relato Infancia robada obtuvo una mención especial en el 4° Concurso literario Recuerdos, organizado por la Biblioteca Pública, Municipal y Popular Manuel Vilardaga.